EL ALBEDO, LA SEGUNDA ETAPA DE LA OBRA
Así como la Noche es uno de las más importantes símbolos
de la NIGREDO, el transcurrir desde la AURORA hasta el MEDIO-DÍA corresponde
simbólicamente a la Etapa del ALBEDO. Desde el punto de vista Cosmológico y
según la “praxis” de la Doctrina Hermética, la etapa de la ALBIFICACIÓN
corresponde a la segunda etapa del proceso Alquímico de La Gran Obra.
El VITRIOLO BLANCO es el
“disolvente” de la ilusión del “ego”. El Plomo es convertido en Plata. El
Iniciado se ha provisto de un nuevo Cuerpo Espiritual. El ALBEDO constituye el
paso más importante en el Proceso gradual de la Gran Obra Alquímica, porque le
permite al Iniciado trascender la condición o estado puramente humano-animal;
vale decir, se RE-genera y alcanza la RE-integración al Estado Primordial.
La NEGRURA de la Noche se
alumbra con la Estrella de los Reyes-Magos que anuncian la epifanía del
nacimiento del “Puer Aeternus”, magnípotens, el “Infante REAL”. El “CÓDIGO DE
LA VERDAD” describe crípticamente esta etapa con las palabras siguientes: “Blanquead a Latona y destrozad vuestros
libros, por temor a que vuestros Corazones no sean destrozados por la inquietud”.
Quiere decir que en este estadio de La Obra, la teoría es inútil y que
sólo debemos confiarnos del Conocimiento directo, no-aprendido (La Gnosis) y de
los resultados de la PRAXIS o “Realización Interior”.
Es estado de
“putrefacción” y de “disolución” que corresponde a la etapa anterior (La Obra
en Negro), representa la “separación” o “disolución” del falso “yo”. Es la
“Muerte Iniciática” necesaria para “resucitar” en una nueva dimensión, un
retorno a La LUZ, verdadera ANÁSTASIS del Yo Superior o Verdadero.
La Gnosis Hermética y su
Esoterismo sólo disponen del Método Simbólico para tratar de sugerir más
que explicar lo que de hecho es inexplicable. La única posible “dialéctica” de
la Gnosis está constituida por el Simbolismo, que por su propia naturaleza sintética
es totalmente diferente a la dialéctica de la Filosofía, que es analítica.
Por eso, la Gnosis y su Esoterismo constituyen una VÍA EXPERIMENTAL, vivencial
que elimina el riesgo de las verdades establecidas y los dogmas.
Se trata de un
Conocimiento reservado a quienes están debidamente cualificados para
recibirlo: individuos con un horizonte intelectual capaz de sobrepasar el
dominio cognoscitivo individual, poseedor de una cierta aptitud o disposición
natural para el desarrollo de las posibilidades intrínsecas, que los convierte
de hecho en ELECTOS capaces de pasar de la potencialidad al acto, que es lo que
constituye la REALIZACIÓN ESPIRITUAL. Tales individuos son como la yesca, que
rápidamente se enciende ante la más leve chispa del pedernal, representada en
este caso por la Influencia Espiritual de la Enseñanza Tradicional.
Los Antiguos Maestros del
ARTE REAL siempre advirtieron: “Nuestros
libros no son escritos para todos, si bien todos son llamados a leerlos”.
Es obvio que para poder comprender la Ciencia Hermética es necesario estar
dotado de perspicacia, de sagacidad y de capacidad de percepción trascendente.
Estas son, precisamente, las más importantes de las CUALIFICACIONES que son
exigidas por toda Institución Iniciática Tradicional, a quienes aspiran a
recibir la Iniciación. Sin embargo, además de “saber leer”, en el sentido
Masónico del término, deberá ser capaz de dar el paso decisivo de la puesta
en práctica del método, que es lo que conduce a la realización efectiva, si
realmente se quiere avanzar sobre las bases sólidas en los Misterios del Arte
Real; es decir, en lo que siempre hemos denominado NUESTROS AUGUSTOS MISTERIOS.
Esta es la razón por la que el Conocimiento verdadero de la Ciencia Hermética y
su Esoterismo, no está al alcance de quien quiere, sino de quien puede.
En la progresión del
Sendero Iniciático, la Iluminación Espiritual es la etapa fulgurante;
representa la epifanía o manifestación del Ser Verdadero, que aporta al mismo
tiempo una plena mutación mental (Metanoia) que convierte al Iniciado en
un ser nuevo, regenerado y con nuevo y más dilatado estado de
consciencia.
El brillo incomparable de
LA AURORA simboliza la Apoteosis de la Epifanía: el Alma Iluminada, el más
deslumbrante asombro que un ser humano puede experimentar; el más
extraordinario acontecimiento de una vida humana que ha trascendido el estado
humano-animal para acceder a un nuevo estado de consciencia y a Planos de
comprensión más altos.
Quienes alcanzan esta
etapa luminosa, son “revestidos” con “la Túnica Incorruptible”, denominado
AUGOEIDES OCHEMA por nuestros antepasados, los Iniciados Griegos de las
Escuelas de Misterios. Ese “vehículo sutil” del Alma es la MORADA del Espíritu,
tal como el cuerpo físico es la morada del Alma, la “tienda de arcilla”,
“el Tabernáculo en el desierto”, etc.
Después del proceso de
“putrefacción” que consiste en la eliminación por “destilación” de los
elementos degradantes y destructivos y de los restos mentales que obstruyen el
progreso espiritual, sigue el proceso de FERMENTACIÓN: un cambio de estado a
otro, tal como el juego de la uva se convierte en Vino. Es un proceso de
“separación” del espíritu, de lo que no es espíritu. El proceso inmediato es el
de “Rectificación” o purificación final, mediante el cual, lo más “volátil” (lo
espiritual) es elevado a su más alta excelencia. Sólo entonces el Iniciado se
convierte en un ser REALIZADO y auto-conscientemente Iluminado. Como bien lo
describe FULCANELLI: “Del Caos obscuro
surge la Luz que es fruto de la ascesis, y eso LUZ brilla en las tinieblas como
una estrella en el cielo nocturno”. (“Las Moradas Filosofales”).
El Proceso Espiritual
denominado ILUMINACIÓN, es el maridaje indisoluble de la Doctrina Hermética
Tradicional convertida en acto; es decir, el acontecimiento VIVIDO por el Alma
del Iniciado mediante la conjugación o síntesis del Conocimiento Liberador y la
Ascesis Interior o PRAXIS ALQUÍMICA conducente a una metamorfosis íntima del
hombre natural, que da nacimiento al Sabio Integral, al “Hombre Trascendente” o
CHEUN-JEN según el término usado por la Tradición Taoísta; el INSAN EL-KAMIL de
la Tradición Sufí. El que “se conoce a sí mismo” y que “ha nacido a su propia
Luz”. Entonces el Hombre Verdadero ha penetrado el misterio de la
TEANTROPIA. Por tal razón, el Poeta-Sufí ABU ALI AL-SIND, dijo: “Y puesto que
ya no soy yo, el Alto Dios es su espejo en mí”.
La correspondencia
cosmológica del “recorrido” diario del Sol con las Tres Etapas de la Gran Obra
Hermética, esta representadas por el Orto Solar (La Aurora) después de las
Tinieblas de la Noche, el Medio-día en punto (Sol en el Zenith) y el Ocaso o la
Puesta del Sol, que es el re-inicio de un nuevo ciclo. La “Noche Negra”
simboliza El Nigredo, La Aurora corresponde al Albedo y el Medio-día representa
la Iluminación Plena del Rubedo.
Aquí se hace imperativa
una digresión, a fin de referirnos específicamente al verdadero significado de
los que simbolizan las palabras relacionadas con “Las Horas de Trabajo”: Desde
MEDIO-DÍA hasta MEDIA-NOCHE, y que algunos HH\han querido interpretar a su manera con un significado totalmente externo y
profano. En primer lugar, el Sol al Medio-día está en el Zenith, es decir, el
punto donde la vertical de un lugar va al re-encuentro de la Esfera Celeste.
Aquí la Tierra representa lo manifestado, y la Esfera Celeste lo
in-manifestado. Al mediodía, el cuerpo expuesto a la luz del Sol no hace
sombra alguna, es decir, que “la sombra desaparece” bajo nuestros pies…El
Sol en el Cenit simboliza por lo tanto, el pasaje de la Vida en el Tiempo a la
Vida en la Eternidad. La luz del Mediodía representa la Luz en su plenitud…Es
una especie de “instante con visos sacros”, una “parada muy breve” en una
especia de “instante sagrado”, una parada en el movimiento cíclico antes de que
se rompa un frágil equilibrio y que la luz bascule hacia su ocaso…Al
“desaparecer la Sombra” deja de dominar el “falso yo”; entonces, el cuerpo se
une al Alma y el Alma al Espíritu, constituyendo de esa forma una especie de
“soldadura Unitiva”. Si ahora tomamos las dos posiciones conforman un EJE
común, que constituye un símbolo del Eje que también existe en nuestro Mundo
microcósmico y que corresponde al PILAR DEL MEDIO de nuestra Logia Interior; y
es precisamente por medio de ese “eje” que podemos “abrir” y “cerrar” nuestros
TRABAJOS Internos. Si ahora tomamos el Simbolismo de la Dualidad LUS y
TINIEBLAS del Día y de la Noche como representativos de VIDA y MUERTE, nos
indica que el Masón debe trabajar durante toda su vida, hasta que la noche de
la muerte los traslade al Oriente Eterno. No obstante, si aquí y ahora, en esta
vida, él se esfuerza en su Trabajo Interior, logrará activar la Luz de su
Templo Interior y podrá percibir el SOL DE MEDIO NOCHE; habrá convertido en Luz
sus propias Tinieblas y habrá conquistado su verdadera LIBERACIÓN…
Concluida la digresión,
regresemos al simbolismo que antes veníamos señalando. Marc-Antonio Casellame,
en su magnífico libro “LA LUZ SALIENDO POR SÍ MISMO DE LAS TINIEBLAS” dice: “La
LUZ saliendo como un dardo de este eterno e inmenso tesoro de luz, ahuyenta las
tinieblas por su esplendor radiante, disipa el horror del caos e introduce la
forma universal en las cosas, como poco antes el caos había provisto la materia
universal”. (Op Cit. Pág. 70. E.P. Denoël. Paris, 1.971).
Los Iniciados griegos
denominaban el medio-día en punto “Las Estancias de Apolo”. Al observar el Sol
en su meridiano, varadas son las ideas que surgen de la mente: se nos antoja
como un fiero león con melena ardiente, o como un dragón escupiendo llamas,
como un carbunclo encendido que tiñe la Cúpula bravía con destellos de oro y
rosa. Sus llamas son como crespones encendidos de oriflama, símbolo del Fuego
de Vida triunfante y de alegría, con su doble acción calorífera y luminosa. Al
bajar la mirada hacia la Tierra nos encontramos con el más significativo de los
símbolos relacionados con la Iluminación plena: la Sombra ha desaparecido bajo
nuestros pies…
Desde el inicio
luminoso del romper la Aurora, el Astro Rey “sube” en largos “saltos” en el
Cielo para coronar su brillo y esplendor en las alturas del Zenith,
convirtiéndose en catarata de Luz sobre la Tierra. Instante sagrado, epifanía
uraniana que es Vibración y Luminosidad y Fuerza Vital (Verbo, Lux et Vita). Luz
en plenitud, imagen de Eternidad, como la Cara Invisible del JANUS de Los
Misterios; símbolo del estado central por donde se puede salir del
Cosmos, comunicarse con el Cielo y alcanzar una Vida exaltada…
Como señalamos antes, la dimensión
vertical entre el Zenith y el Nadir corresponde figurativamente al “Eje”
que designa el Centro o Polo de Consciencia denominado “EL PILAR DEL MEDIO” en
la Tradición Cabalística. Situado conscientemente en ese “Eje de Luz”,
el Iniciado alaba al Creador, y como “Escala de Jacob”, allí también desciende
Su Misericordia, en medio de la quietud y el silencio (“Silencio y en Logia”).
Al ponderar la aparición
del Sol en la mañana, su grandioso fulgor al medio-día y su “desaparición” en
el ocaso o las “Estancias de la Noche”, nos viene a la mente el Espíritu
Indestructible que llevamos dentro: semejante al Sol, sólo se “pone” en
apariencia, pues de hecho continúa brillando hasta en la Media-Noche (El Sol de
Media-Noche). Tal como el Espíritu sigue adelante, así el Hombre prosigue su
camino abriéndose paso por sí-mismo, y cuando cree morir, renace de sus propias
cenizas como el Ave Fénix, en victoriosa Palingénesis, porque el Fuego del Ser Verdadero
que plena su Cuerpo le permite al Alma sojuzgar el Mundo.
El Sol como Astro es el símbolo
visible que representa el Sol Eterno Espiritual (El Logos), el “Señor del
Tiempo de La Luz”. Y así como el Sol físico es la fuente de la Energía de la
Vida, analógicamente, El Logos es la Fuente de La Vida Espiritual: “En Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser”.
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