CAPITULO I
HENOCH, EL MAESTRO DE JUSTICIA Y REVELADOR
DE LA GNOSIS
Así
como el lenguaje hablado es el modo de comunicación del hombre exterior, el
lenguaje de los símbolos es el lenguaje del Hombre Interior. Las escuelas
Iniciáticas de Misterios transmiten un conocimiento, una gnosis o percepción
directa, cuyo contenido se expresa en símbolos, mitos, leyendas y alegorías,
como medio o técnica para trascender toda limitación racional, evitando la
cristalización dogmática y permitiendo al iniciado reencontrar las grandes
verdades eternas que han sido esparcidas como los cuerpos de los antiguos dioses,
y reunirías en una nueva síntesis, ordenando de nuevo el caos...
Lo
esotérico no se enseña, se sugiere, y sólo quienes son capaces de reinventar
el sentido verdadero de lo que oyen o leen, pueden tomar consciencia de ello:
lo cual resulta ser un «descubrimiento» y una gratificante aventura espiritual.
Una
cosa es el sentido «criptográfico» que puede ser usado a veces por discreción o
disimulación, lo cual se reduce a utilizar una llave o un código, y otra cosa
muy diferente es el método esotérico que exige la habilidad de captación
intuitiva (Basira), fruto de iluminación interior.
Los
mitos han sido desde los más remotos tiempos, el vehículo de transmisión de la Tradición Iniciática.
El título genérico de los numerosos Adeptos «Los dragones de sabiduría»,
corresponde a una escuela, un cuerpo enseñante, un cuerpo sacerdotal real, que
ha sido invariablemente la estructura que guarda el depósito, la Heredad , el tesoro
invalorable de la síntesis esotérica. Tales Colegios o Escuelas Iniciáticas en
el pasado recibieron los nombres de Henoch, Hermes El-Haramesah, Thot, etc., y
constituían El Polo o centro de la autoridad espiritual de su ciclo...
Esa
Tradición se mantiene ininterrumpida por medio de una cadena que distribuye la Heredad a quienes
constituyen su cuerpo físico. «Porque
la parte del señor es su pueblo; 'Jacob' la cuerda de sus heredad» (Deut.
32,9). «Ley nos mandó Moisés, heredad a la congregación de Jacob» (Deut.
33,4).
Aunque la Biblia apenas da cuenta de
Henoch, las tradiciones de la
Masonería lo conectan estrechamente, por numerosas circunstancias
que veremos más adelante, con la historia primitiva de la institución de Los
Misterios. En las escrituras del cristianismo, las referencias sobre Henoch
son las siguientes: Libro del Génesis, capítulo 4
Versículo 17: Y
conoció Caín a su mujer, la cual concibió y parió a Henoch: y edificó una
ciudad y llamó al nombre de la ciudad, el nombre de su hijo Henoch (Henochia).
-18: Y a Henoch nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Me-hujael engendró a
Methusael, y Methusael engendró a Lamech. -25: Y conoció de nuevo Adán a su
mujer, la cual parió un hijo y llamó su nombre Seth: porque Dios (dijo ella) me
ha sustituido otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín. -26: Y a Seth
también le nació un hijo y llamó su nombre Enos. Entonces los hombres
comenzaron a invocar el nombre del Señor.
Volvemos
a encontrar los nombres de Enos y Henoch en Génesis, capítulo 5,
versículos:
-6: Y vivió Seth ciento cinco años y engendró a
Enos. -7: Y vivió Seth, después que engendró a Enos, ochocientos y siete años:
y engendró hijos e hijas. -9: Y vivió Enos noventa años, y engendró a Cainán.
-10: Y vivió Enos después de engendrar a Cainán, ochocientos quince años: y
engendró hijos e hijas.
-11: Y fueron todos los días de Enos novecientos y
cinco años; y murió.
-18: Y vivió Jared ciento sesenta y dos años, y
engendró a Henoch.
-19: Y vivió Jared, después que engendró a Henoch,
ochocientos años: y engendró hijos e hijas.
-21: Y vivió Henoch setenta y cinco años, y engendró
a Ma-thusalam.
-22: Y caminó Henoch con Dios, después que engendró
a Ma-thusalam, trescientos años: y engendró hijos e hijas. -23: Y fueron todos
los días de Henoch trescientos sesenta y cinco años...
-24: Caminó, pues Henoch con Dios, y desapareció,
porque le llevó Dios...
Hay
también una referencia a Henoch en Números, capítulo 13, en relación con
los doce exploradores que envió Moisés a la Tie rra de CANAÁN:
-22: Y ellos subieron, y reconocieron la tierra
desde el desierto
de Zin hasta Rehob, entrando en Enath.
-23: Y subieron por el mediodía hasta Hebrón: y allí
estaban
Aimán y Sesay y Talmai, hijos de Anac.
-29: Mas el
pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y
fuertes; y también vimos allí los hijos de
Anac.
-34: También
vimos allí gigantes, hijos de Anac raza de los gigantes, y éramos nosotros, a
nuestro parecer como langostas; y así les parecíamos a ellos.
Sobre
los Anaceos o Anakim, ver también: Josué 11,21- 22; 14,15 y 15,13-14.
Las
únicas citas acerca de Henoch en el Nuevo Testamento aparecen en la Epístola de San Judas 14,
donde se le cita como profeta: «De los cuales también profetizó Enoc, séptimo
desde Adán, diciendo que: He aquí, el Señor es venido con sus santos
millares». Y en Hebreos 11,5: «Por la fe Enoc fue transpuesto para no ver muerte,
y no fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo
testimonio de haber agradado a Dios».
Según el libro Secrets of Henoch, página 83,
Cap. LXVIII, leemos: «Enoch nació el sexto día del mes de Tsivan y vivió
365 años.
Fue
arrebatado al cielo el primer día del mes de Tsivan, y estuvo en el cielo
sesenta días, conducido por el ángel Anafiel.
Enoch
al ser trasladado al cielo se convirtió en Enoch-Meta-trón, uno de los grandes
Jerarcas 'Rey sobre todos los ángeles' y por lo tanto hermano gemelo de
Sandalfón».
Las
siguientes palabras son atribuidas a Henoch, según Hekha-loth Rabbati: «Dios me
ha tomado del medio del curso del río y me ha transportado sobre las alas
movientes de la Shekina
hacia el cielo más elevado y me ha introducido en los grandes palacios sobre
las alturas del Séptimo Cielo llamado Araboth, donde se encuentra el Trono de La Shekina y de La Merkaba , las legiones de
cólera y ejércitos de furor, los Shinanim de fuego, los Cherubim de antorchas
ardientes, los Ophanim o carbones llameantes, los guardianes de las llamas y
los Seraphim de luz. Y él me ha puesto allá cada día para servir el Trono de
Su Gloria...»
«Toda
leyenda es un símbolo que vela una verdad permanente»1.
El
Libro de Henoch1 se refiere a «los Guardianes del cielo»:
«¿Por qué habéis abandonado el cielo muy alto y santo, vuestra morada eterna, os
habéis acostado con las mujeres, y habéis obrado como los hijos de la tierra,
habéis engendrado, por hijos, gigantes?»
Estos
«Gigantes» son los Nephilim (Titanot) del Génesis 6,4: «Había
gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que entraron los
Hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: estos
fueron los héroes que desde la antigüedad fueron varones de renombre».
En
hebreo Henoch (Chanvk) significa: Instructor, Iniciador, dedicado,
consagrado, Maestro, y dentro de la tradición iniciática se quiere hacer
expresar que él fue el primero que dio un decisivo carácter al Rito de
Iniciación, y de agregar a la práctica del culto divino, el estudio y la
aplicación de ciencia humana. El difiere de los otros seis Patriarcas solamente
en que iluminado por el Conocimiento divino que le había sido impartido,
instruyó a sus contemporáneos en la práctica de esos Ritos y el estudio de esas
Ciencias en las cuales había sido instruido. Los babilónicos le atribuyen la
invención de la astrologia. El cabalístico libro de Raziel dice que Henoch
recibió los divinos misterios de Adán... a través de la línea directa de los
patriarcas precedentes. Los griegos lo asimilan a Hermes y le atribuyen la construcción
de las Pirámides.
En
la tradición islámica, nos dice Rene Guenon, Seyidna Idris es identificado a la
vez a Hermes y a Henoch; esta doble asimilación parece indicar una continuidad
de tradición que remontaría más allá del sacerdocio egipcio; habiendo debido
éste recoger solamente la heredad de lo que representa Henoch, que se
relaciona manifiestamente a una época anterior3.
Por
su parte, Eliphas Levi dice: «La tradición atribuye a Henoch la invención de
las letras. A él, pues, se remontan las tradiciones consignadas en el Sepher
Yetzirah, cuya redacción, según los rabinos, debe atribuirse al patriarca
Abraham, heredero de los secretos de Henoch y padre de la Iniciación en Israel.
Henoch parece, por tanto, ser el mismo personaje que el Hermes Trimegisto de
los Egipcios, y el famoso Libro de Thot, cubierto todo él en
jeroglíficos y en cifras, debe ser la «Biblia Oculta» y llena de misterios,
anterior a los libros de Moisés, a la que Guillermo Postel designa con el
nombre de «génesis de Henoch»4.
«Las
leyendas no arraigan, a menos de que estén basadas en hechos». Según informan
esas leyendas, habrían dos conjuntos de documentos, que podríamos llamar
«libros»: uno jeroglífico y otro alegórico, conteniendo el uno las «claves
hieráticas» (Tawil) de la
Inicia ción, y el otro, la historia de una gran profanación
que trajo consigo la destrucción del mundo y el caos, tras el reinado de los gigantes.
Henoch
habría pasado los años de su pacífica, piadosa y útil vida en el estudio de las
ciencias del Culto divino, en la enseñanza de las mismas a sus contemporáneos,
y en instituir los ritos de Iniciación, hasta que
el comportamiento de la humanidad alcanzó tal descomposición y desarrollo, que
«toda imaginación de los pensamientos del corazón del hombre era sólo maldad
continua». Fue entonces cuando, de acuerdo con la tradición masónica, Henoch,
disgustado con la perversidad que lo rodeaba, y aterrado con el pensamiento de
las inevitables consecuencias que eran de esperarse, huyó hacia la soledad y
el secreto del Monte Moriah, y se dedicó a la meditación y a la contemplación.
Fue en ese lugar, entonces consagrado por su condición de Eremita (y que más
tarde iba a ser más y más sacralizado por los sacrificios de Abraham, de David
y de Salomón), donde la
Shekina o Sagrada Presencia apareció ante él (Teofanía) y
le inspiró las instrucciones que iban a preservar la sabiduría de los
ante-diluvianos (la
Tradición Primordial ) para su posteridad, cuando el mundo,
con la excepción de una sola familia, debería ser destruido por el diluvio
inminente. Las circunstancias que ocurrieron en aquel tiempo, están recogidas
en una tradición que forma lo que ha sido llamado «La gran leyenda masónica de
Henoch» y que refiere lo siguiente:
Habiendo
sido inspirado Henoch por el Altísimo y en conmemoración de una maravillosa
visión, construyó un templo subterráneo dedicado a Dios. Su hijo Matusalén
construyó el edificio, aun cuando no estaba enterado de los motivos que tenía
su padre para tal erección. Ese templo consistía en nueve bóvedas de ladrillo,
situadas perpendicularmente debajo de cada una, y comunicadas por aperturas
puestas en el arco de cada bóveda. En idioma griego, la palabra Enoch se puede
descomponer en dos: ENN, que significa nueve (9) y OXOS, que significa «que
contiene». Es decir: que contiene el nueve, cifra sagrada. Aquí entramos en
terrenos del Eneagrama y sus relaciones con el hombre pre-adámico y el hombre
adámico, asunto que se sale del presente contexto (también el dios de los
atlantes se llamaba enn).
Henoch
hizo fabricar una placa triangular de oro, de un codo por cada lado; la adornó
con las más preciosas piedras e incrustó la placa en una piedra de ágata de
igual forma. Sobre la placa grabó en caracteres inefables el verdadero Nombre
de la divinidad, y, colocándola sobre un pedestal cúbico de mármol blanco,
depositó todo dentro del más profundo arco.
Cuando
este edificio subterráneo fue completado, hizo una puerta de piedra y atándole
una anilla de hierro, por medio de la cual pudiera ocasionalmente ser izada, la
colocó sobre la abertura del más elevado de los arcos y lo cubrió de manera que
la abertura no pudiera ser descubierta.
A
Henoch mismo, sólo se le permitía entrar en la cripta una vez al año, y a la
muerte de Henoch, a Matusalén y a Lamech. Pero después de la destrucción del
mundo por el diluvio, todo conocimiento de ese Templo y de los Tesoros
Sagrados que contenía, fueron perdidos;
hasta que, pasados los tiempos, fue accidentalmente descubierto por otro
notable de la misma rama tradicional, quien como Henoch, estaba comprometido en
la erección de un Templo en el mismo sitio...
La
leyenda continúa informándonos que después que Henoch había terminado el Templo
Subterráneo, temiendo que los Principios de aquellas Artes y Ciencias que él
había cultivado con tanta asiduidad, fuesen perdidos en la destrucción
general, de la cual él había tenido una visión profética, Henoch eleva dos
columnas, una de mármol para soportar la acción del fuego y otra de bronce para
resistir la acción del agua. Sobre la columna de bronce grabó la historia de la Creación , los principios
de las Artes y las Ciencias, así como las doctrinas de la Masonería , tal como eran
practicadas en aquellos tiempos; y sobre la columna de mármol inscribió los
caracteres y jeroglíficos denotando que cerca del sitio donde estaban ambas
columnas, un Precioso Tesoro había sido depositado en una Cripta Subterránea.
Josephus
da cuenta de estas columnas en el primer libro de sus Antigüedades. El
las atribuye a los hijos de Seth, lo cual no está en contradicción con la
leyenda masónica, ya que Henoch fue uno de esos hijos. Dice el historiador que
«para que sus invenciones no fuesen perdidas antes de ser suficientemente
conocidas, ya que según la predicción de Adán, el mundo iba a ser destruido,
una vez por la fuerza del fuego y en otro momento por la violencia y cantidad
de agua, ellos hicieron dos columnas: una de ladrillo y otra de piedras;
inscribieron sobre ellas sus descubrimientos, de manera que, en caso de que la
columna de ladrillo fuese destruida por la inundación, la columna de piedra
pudiese permanecer y exhibir aquellos descubrimientos a la humanidad, y también
informarles que había otra columna de ladrillo levantada por ellos. Todo esto
aún permanece en la tierra de Siria en nuestros días».
Para
muchos musulmanes, Hermes era un profeta auténtico antediluviano, que ellos
identifican a la vez con Idris (citado en el Corán, Surata XIX, 56 y XXI, 85) y con
Uknukh (El Henoch del Génesis)5.
Rene
Guenon, respondiendo a una pregunta de un estudiante y masón, acerca de las
columnas de Henoch, le informa: «Se dice que las columnas de Henoch o Seyidna
Idris, como se le llama en la Tra dición
Islámica, fueron construidas por él en dos materiales diferentes, el uno podrá
resistir el agua y el otro el fuego; sobre cada una estaba grabado lo esencial
de todas las Ciencias. Se dice que ellas fueron colocadas respectivamente en
Siria y Etiopía, y que las habían resistido a las aguas del diluvio existen
todavía en Siria. De hecho Siria está aquí relacionada al norte en conexión con
el agua, y Etiopía al sur en conexión con el fuego; esto justifica entonces
plenamente la; relación establecidas entre estas columnas de Henoch y las
del pórtico del templo. Por otra parte, dondequiera que se encuentran dos Columnas,
tendrán siempre en común una significación general 'binaria', bien sea de
Salomón, de Henoch, de Hércules, etc. Se puede observar igualmente que Siria y
Etiopía en la Tradición
precitada, no se identifican necesariamente con los países actualmente
conocidos bajo estos nombres, porque ellos tienen de por sí, un sentido
simbólico y oculto; en todo caso, las Columnas de Henoch representan Centros
Espirituales e Iniciáticos a los cuales está confiado el depósito del Conocimiento
Primordial, con miras a preservarlo a través de las épocas sucesivas»6.
El
mismo Rene Guenon, en su libro postumo Formes Traditio-nnelles et Cycles
Cosmiques, dice: «Henoch o Seyidna Idris antediluviano se identifica a
Hermes Haramesah, que representa la fuente de la cual el sacerdocio egipcio
tiene sus conocimientos; luego, por extensión, representa este mismo
sacerdocio, como continuador de la misma función de enseñanza Tradicional,
la misma Ciencia Sagrada que de esta manera habría sido depositada en las
Pirámides»7.
Veamos
ahora lo que nos dice el maestro Martínez de Pasqua-Uy en su libro Traite de
la Reintegration
des Etres*: «Henoch, el séptimo de los patriarcas. Hijo de Jared. En los
primeros tiempos de la posteridad del primer hombre, Heli, que nosotros hoy
llamamos Cristo y que reconocemos con certeza por un ser pensante, reconcilia
a Adán con la
Creación. Henoch reconcilia la primera posterioridad
de Adán, al reconciliar la suya con el Creador, y en seguida reconciliar
la Tierra con
Dios. Melkissedec confirma estas tres primeras reconciliaciones bendiciendo
las obras de Abraham y sus trescientos servidores. Esta bendición es una
repetición de la que Dios dio a los tres hijos de Noé: Sam, Cam y Jafet.
Abraham y sus trescientos servidores forman el número cuaternario que había
formado Noé con sus tres hijos. Es por el número Octonario que resulta de la
unión de estos dos nombres cuaternarios que aprendemos que todas las reconciliaciones
y confirmaciones de las cuales venimos de hablar, han sido hechas directamente
por el Cristo, pues sabemos con certeza que el número ocho es innato de Doble
Poder dado por el Creador al Cristo».
«Henoch
fue el primero que construyó, entre los descendientes de Seth, un Altar de
Piedra Blanca diferente de lo que llamamos mármol».
«Es
sobre el centro de ese Altar que Henoch recibe el fruto de su culto y donde él
se ofrece a sí mismo en sacrificio. Fue Henoch quien primero enseñó a
los Menores Espirituales a elevar edificios divinos sobre su base; es él
quien profetizó la justicia del Creador; es él quien regula las alianzas de la
posteridad de Caín. Es Henoch quien profetiza los verdaderos Elegidos que
debían nacer del eterno, haciendo él mismo
la elección de Diez sujetos para operar el Culto Divino entre la posteridad de
Seth. Es por tanto Henoch quien representa el prototipo del ceremonial y
del culto divino entre los hombres del remoto pasado, como lo es todavía entre
los hombres del presente».
«Henoch,
que no es otra cosa que un espíritu santo bajo una forma corporal de materia
aparente, tuvo una asamblea espiritual hacia la región septentrional, en
virtud del gran deseo y de la buena voluntad de sus discípulos que él había
escogido entre la posteridad de Seth y de Enos».
«Henoch
significa: 'dedicado o devoto del Creador', o 'consagrado al Creador'. El fue
el instaurador de la
Santa Ascesis y la práctica de las Santas Operaciones. El hizo
una elección entre los Menores, de Diez Elegidos, a los cuales les declaró la
voluntad del Creador y les prescribió un ceremonial y una Regla de Vida para
poder invocar al Eterno en Salvación. Henoch les dio a cada uno de ellos una
letra inicial de los Santos Nombres de Dios; lo que forma en total Diez Letras,
a fin de que siguieran con regularidad y precisión todas las especies de
Operaciones agradables al Creador y ventajosas para los Menores reconciliados.
Estos diez jefes conducidos por Henoch en sus primeras Virtudes y Potencias
espirituales divinas, hicieron por sus Santas Operaciones, grandes prodigios y
a su vez instruyeron a los Menores llamados por el Espíritu Santo a las
ciencias que ellos poseían por el poder de el Ministerio de Henoch, tipo de
Reconciliación del género humano. Yo os diré que el advenimiento de Henoch en
el mundo, anunció una reconciliación universal, que deberá aparecer 'al final
de los tiempos' y que repite la primera reconciliación de Adán con su Creador,
por la gran mortificación y por la humillación del Príncipe de los demonios y
de sus adherentes».
Henoch,
como Hermes El-Haramesah no es una «persona», sino una Entidad Jerárquica; son
«nombres» utilizados para designar un Prototipo de Humanidad (tal como la idea
del arquetipo de Platón), «El Hombre universal», «El Servidor del Padre de
todas las cosas», «La Palabra
dé Dios encarnada» (KebarAnach), «El hombre perfecto», hecho por la Suprema Mente (el
Padre) a su imagen y semejanza, y que consagra su vida al servicio de la Gran Luz... Un Centro
y Polo de los Misterios, etc. Henoch, como Hiram (Chiram), representa
figurativamente la mente espiritual del hombre y su regeneración a través de la Iniciación en los
Misterios; por eso es llamado «Patros»: «El Padre de los misterios», «El
Maestro de los sabios» o «El Ancestro de los sabios».
«En
las antiguas tradiciones de la América Central Enekatl es el nombre más
santo y más secreto de Quetzalcoatl de los toltecas, llamado Kukulcán en
idioma maya. Este Enok-Atlas significa 'el soplo', 'el espíritu'. Atlas, cuya
raíz en griego antiguo es tlao y quiere decir 'yo sufro', 'yo soporto', es a su vez la raíz de la
palabra ATLAntida, 'el poniente de todos los soles'; y de AZTLAN, 'la tierra en
medio de las aguas' cuyo significado ideográfico es la 'garza blanca' y una
'montaña blanca'. ATL, en el antiguo maya, significa 'agua'. El segundo
advenimiento de Enakatl será 'el reino del Espíritu'»9.
Henoch, según
los babilonios, habría inventado la astrología. El historiador Eusebio de
Cesárea, hablando de una leyenda que data probablemente de la captividad de los
judíos en Babilonia, y que confirma Alejandro Polihistor, dice que «Henoch es
el Atlas de los griegos»10.
Thomas H.
Burgoyne comenta que, en el planisferio esotérico de los doce signos del
zodíaco, Adam Kadmon, el Hombre Primordial, puro, y en perfecto acuerdo con el
Padre, ocupó el punto del planisferio ahora asignado a Libra, que significa «el
punto de equilibrio de la esfera». Libra representa el equilibrio interior de
las fuerzas de la naturaleza, y contiene el misterio de la divina unificación
de las antiguas Iniciaciones. La Balanza Celeste fue primitivamente la Osa Mayor , también
llamada «Balanza de Jade». Este «printo» esotérico es donde el día y la noche,
el invierno y el verano, la luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, son
uno. En la Carta
universal, este signo deviene Henoch, «el hombre perfecto». En los misterios
del templo judío, el punto celestial de Libra está representado por Henoch, «el
hombre que anduvo con Dios» (con los Elohim). El cabalístico Adam Kadmon
representa el Hombre Ideal, y nosotros poseemos las posibilidades de alcanzar
ese ideal y realizarlo, quizás no en este plano, sino cuando seamos trasladados
a un plano más alto. El Hombre Ideal, el Henoch del judaismo, fue
«cristianizado» por los primeros padres de la Cristiandad cuando
elaboraron los Misterios Cristianos, y se convirtió en el Emmanuel de la Nueva Dispensación :
la consciencia de que Dios está con nosotros y de que somos uno con él11.
En
la excelente obra de M. Senard, Le Zodiaque, leemos lo siguiente: «El
simbolismo de los jeroglíficos zodiacales se encuentra en gran parte velado en
los Mitos ancestrales, en la historia de esos dioses cuyos nombres
corresponden a los de planetas y signos. Es en esos Mitos que se confunden y se
aclaran mutuamente las energías estelares y aquellas de las cuales está
constituido el hombre12. «La balanza (Libra), pertenece al Guna
'Satwa' (conformidad a la esencia), el elemento aire (fluido positivo móvil) y
al cuadrante de la asociación coordinadora sintética de las energías
evolutivas. Podría por lo tanto definirse como 'la esencia de la asociación
sintética de las energías de carácter evolutivo'. Por lo demás, toda corriente
fluidiea es engendrada por la desnivelación de un potencial de energía. La
balanza simboliza ese potencial a un nivel más elevado. Es exactamente así
como se opera la evolución ascendente»13.
Según Enel14: «
Henoch.Metratón y las tres columnas del Templo interior...
En
sánscrito, el signo de Libra se llama Tula. Por el valor numérico de
las letras que componen esta palabra, según los métodos dados en los antiguos
libros tántricos, se convertiría en el número 36, que simboliza evidentemente
los 36 tattwas cuyos movimientos y relaciones equilibradas constituyen
el universo.
Por
su parte Rene Guenon, en su libro Le Roi du Monde, dice: «La palabra Tula
significa 'Balanza' en sánscrito, y designa en particular el signo
zodiacal de este nombre; pero según una tradición china, la 'Balanza Celeste'
ha sido primitivamente la
Osa Mayor , llamada 'Balanza de Jade', siendo el jade un
símbolo de perfección. La Tula
atlante era la sede de un Poder Espiritual derivado o secundario, de la
original 'Tradición Primordial' Hiperbórea; para entonces, las Pléyades
pasaron a ser la morada simbólica de los Siete Rishis o Sapta-Riksha»15.
Si
se considera a la Atlántida
como la esfera arquetípica, entonces, su 'inmersión' significa el descenso de
la consciencia racional organizada hacia el reino ilusorio e impermanente de
la irracional y mortal ignorancia. Ambas, el hundimiento de la Atlántida y la leyenda
bíblica de la caída del hombre, significan involución espiritual, un
pre-requisito para la evolución consciente.
La
séptima runa, Hagal, corresponde al séptimo signo del zodíaco: La Balanza o Libra, el cual,
como ya hemos dicho, está representado por Henoch, que es también el séptimo
Patriarca. Como lo sabe todo buen esoterista que utiliza la clave astrológica
en su sentido tradicional y no como una mancia más, *anto el signo deLibra,
como su runa correspondiente contienen los más importantes misterios
relacionados con el alma humana.
Entre
todos los caracteres que componen la antiquísima escritura de los pueblos
nórdicos, caracteres primitivos, genésicos, muy anteriores a las letras que
nacieron después, la runa Hagal (equivalente a nuestra «h») es la más
importante de todas. Hagal contiene todas las runas y su valor numérico es
siete; representa «el hálito», el principio del íogos.
Los
mayas, al preguntárseles por el nombre de Dios, respondían que no tenía
Nombre, que era tan solo una «aspiración», un «hálito», y para expresarlo,
aspiraban como para pronunciar una H alemana. «Hálito significa Sonido, Vida y
Luz. La runa Hagal representaría el símbolo y hasta un medio operativo eficaz
para la comunión del hombre con las Fuerzas Divinas, pues, cada letra, en un
remoto principio genésico, fue por sí misma un exponente de Luz»16.
«La
letra Tau (T), la 22a letra del alfabeto hebreo es una letra
sintética que contiene en ella todo el alfabeto. Es el Cero, el no-ser,
el fin, la' omega, el regreso al comienzo por una nueva partida, un nuevo
ciclo. En el hombre, la Tau
representa la boca de donde sale el verbo que da la vida o que mata»17.
Dice
el Siphra Dtzeniutha, capítulo I-VII: «En su forma (en la forma del Anciano)
existe el equilibrio: Es incomparable, es invisible». Me Gregor Mathers
comenta al respecto: «Pero la primera idea de equilibrio es 'el Anciano' (la
primera Sefirah, Kether: la
Corona ) porque es la primera limitación potencial de la luz
ilimitada que procede de Lo Ilimitado». Esto es, el Punto Central de Kether
(Nekuda) es 'el equilibrio', porque el 'balance' todavía no existe, porque los dos polos
opuestos que lo forman no han sido aún desarrollados. No debemos confundir
estos dos términos: «equilibrio» y «balance». El balance o balanza consiste en
dos platillos (fuerzas opuestas), y el 'equilibrio' es el Punto Central de la
vida o brazo18.
«El patriarca
Henoch fue arrebatado al más alto Cielo en alas de la Shekina , la manifestación
del Resplandor o Aura divina, cuya carne fue convertida en llama, sus venas en
fuego, sus pestañas en destellos de relámpago y sus ojos en antorchas
llameantes, y a quien Dios colocó sobre un Trono en el Séptimo Cielo (Araboth)
próximo al Trono de Gloria (el Pleroma o Plenitud de los gnósticos), donde está
el Trono de la Shekina
y la Merkabah.
Después de esta celestial transformación, sin conocer la
muerte, alcanzó de ese modo la posición más alta de todos los seres creados,
por lo cual recibió el nombre de Metatrón, abreviatura de Metabutronios
que significa 'el que permanece junto al Trono de Dios'»".
Henoch
es el Superior Jerárquico de todos los Arcángeles. En el Zohar se le
denomina «el Ángel de la
Divina Presencia » o «el Príncipe de la Divina Faz » (Sar-ha-panim).
Es el Guardián de todos los Misterios celestes y quien dirige la Resurrección. Es
el Revelador de los Secretos y Guía de los Adeptos.
«El
término de Metatrón comporta las acepciones de Guardián, de Señor, de enviado,
de Mediador; él es 'el Ángel de la
Faz' y también 'el Príncipe del mundo (Sar-ha-olam); es
'el autor de las Teofa-nías', de las manifestaciones divinas en el mundo
visible»20.
«Metatrón
no solamente tiene el aspecto de la Clemencia (ar-rabman), sino también el de la Justicia (al'adl). En
el Mundo Celeste, no es solamente el gran
sacerdote (Kohen ba-gadol), sino también el Gran Príncipe (Sar-ha-gadol),
lo que significa que en él se encuentra, tanto el principio del Poder Real
(o regio) como el Poder Sacerdotal o Pontifical, al cual corresponde
propiamente la función de Mediador»21.
«El
símbolo de la Montaña
figura 'el Centro del Mundo' antes del Kali Yuga, es decir, cuando ese Centro
existía en forma abierta; corresponde a una situación normal. Pero al comenzar
el período oscuro, lo que estaba abierto pasa a ser oculto (subterráneo),
porque las condiciones especiales implican una especie de reversión del orden
establecido. Los símbolos de la
Montaña y la
Caverna tienen su razón de ser y existe entre ellos un
verdadero complementarismo. La
Caverna debe considerarse situada bajo la Montaña o en su interior,
de modo de encontrarse igualmente sobre el eje, lo que refuerza aún el vínculo
existente entre ambos símbolos, en cierto modo complementarios entre sí. La Montaña , empero, tiene
carácter más 'primordial' que la
Caverna : ello resulta de que es visible en el exterior, y podría decirse
que es el más visible de todos los lugares, mientras que la Caverna es un lugar
esencialmente oculto y cerrado. La representación del Centro Primordial por la Montaña corresponde propiamente
al período originario de la humanidad terrestre, durante el cual la verdad era
íntegramente accesible a todos (de allí el nombre de Satya-Yuga: 'período de la
verdad'), y la cúspide de la
Montaña es entonces el Satya-Loka o 'lugar de la verdad';
pero cuando a consecuencia de la marcha descendente del ciclo esa verdad no
estuvo ya sino al alcance de una minoría más o menos restringida (lo que coincide
con los comienzos de la
Iniciación entendida en su sentido más estricto) y se hizo
oculta para la mayoría de los hombres, la Caverna fue un símbolo más apropiado para el
Centro Espiritual y, por consiguiente, para los santuarios iniciáticos que son
su imagen. Por tal cambio, el Centro, podría decirse, no abandonó la Montaña , sino que se
retiró solamente de la cúspide al interior. Por otra parte, ese mismo cambio es
en cierto modo una 'inversión' por la cual, el 'mundo celeste' (al cual se
refiere la elevación de la ¡jiontaña sobre la superficie terrestre) se
convirtió en cierto sentido en el 'mundo subterráneo' (aunque en realidad no
sea él el que cambió, sino las condiciones del mundo exterior, y por lo tanto
su relación con éste); y esa 'inversión' se encuentra figurada por los esquemas
respectivos de la Montaña
y la Caverna ,
que expresan a su vez su mutua complemen-taridad».
«El
esquema de la Montaña ,
al igual que el de la
Pirámide o del montículo, sus equivalentes, es un triángulo
con el vértice hacia arriba; el de la Caverna , al contrario, es un triángulo hacia
abajo, y por tanto invertido con respecto a aquél. Este triángulo invertido es
igualmente el esquema del corazón y el de la copa (que está generalmente
asimilada a aquél en el simbolismo)»22.
Martínez
de Pasqually dice que la palabra Moriah se divide en dos partes: «MOR», que
significa «destrucción de las formas corporales aparentes» e «IHA» o «IJA» que
significa: «visión de Dios», «visión del Creador». Y según Fabre d'Olivet23,
Moriah significa «la luz reflejada», «el esplendor».
«Y
saldrá una vara del tronco de Isai y un vastago retoñará de sus raíces»25.
Del
libro LeMartinisme26, por Robert Ambelain, transcribimos los
siguientes párrafos:
«LOS ELECTOS DE HENOCH»
«Notaremos ante
todo que el nombre de la
Orden Teúrgica fundada por Martínez de Pasqually está sujeto
a una interpretación esotérica. En efecto anagramáticamente, y según el uso de
la Cabala , los
Electos Cohén son también los Electos de Henoch, poco importa que se escriba
este nombre bajo una cualesquiera de sus tres formas: Enoch, Henoc o Henoch.
¿Quién es Henoch, personaje sobre el cual insiste particularmente Martínez de
Pasqually en su Tratado de la reintegración de los seres} Allí está la
clave del enigma, a nuestro parecer. Primero, nos aparece su nombre como el
hijo mayor de Caín (Génesis 4,17). Este será el constructor de la primera
ciudad: He-nochia.
Luego nos aparece este nombre en el séptimo
patriarca partiendo de Adán, el hijo de Jared (Génesis 5,22-24). Veamos lo que
nos dice
En las tradiciones de Oriente, Henoch es
frecuentemente confundido con el hijo de Caín del mismo nombre, bajo el
mistó-nimo de Idris. Para los cristianos del Asia menor, Henoch es el equivalente
del Trimegisto griego y del Hermes egipcio. Para los cabalistas y
los rabinos, es también Metatrón Serpanim ('Príncipe de Luz') o Mikael ('Quién
como Dios'). Se le ha hecho un genio cósmico o solar por el hecho de que ha
vivido 365 años, número simbólico del ciclo solar. Se le emparenta con Adam
Demiurgo por el hecho de que su homónimo construyó la primera ciudad. Y
como él deberá volver al final de los tiempos, él es, pues, «el
Alfa y la Omega »,
el primero y el último. Será por paralelismo esotérico con la leyenda de
Henoch la costumbre tradicional que hace que se ignore o que se disimule
cuidadosamente el lugar donde reposan los restos fúnebres de aquellos que
fueron grandes Iniciados, «Superiores Desconocidos» (Incógnitos) en el sentido
literal de la palabra».
Notas
1 L'Homme Rouge des T«t/erjej,
prefacio.
2 Capítulo xv-3.
3 Formes traditionnelles et Cicles cosmiques, p. 133, Gallimard, 1970.
4 La magia, pp. 14-15.
5 Jean Chevalier: Le Soufisme,
p. 72.
6 Etudes Traditionnelles, N°
427, sep.-oct. 1971, pp. 210-211.
7 Edit. Gallimard, París, 1970, p.
142.
8 Edit. Traditionnelles,
París, 1974.
9 Dmitri Merejkovsky: Atlantida-Europa,
Edit. Nova, Buenos Aires, 1944.
10 Histoire Eclcésiastique.
11 TheLight ofEgypt, pp. 228, 229 y 246, vol. i, Edit. H. O.
Wagner, Denver ,
1963.
12 Le Zodiaque, Edit. Traditionnelles,
París, 1970, p. XII.
13 Op.
cit., p. 215.
14 Les origines de la genese.
15 pp. 83-84.
16 A. Krum-Heller: Runas nórdicas.
17 Enel: Trilogie de U Rota, p. 154, Edit.
Paul Derain, Lyon, 1960.
18 " The Kahhalah unveiled, pp.
44-45, Routledge & Kegan Paul, London ,
1957.
20 P. Vulliaud: La Kahhale juive, p.
492.
21 Rene Guenon: Formes
traditionnelles et cycles cosmiques, p. 101, Gallimard, París, 1970.
22 Rene Guenon: Symholes
fondamentaux de la
Science Sacrée , Gallimard, París, 1962.
23 La Langue hébraique restituée, p. 36, París, 1815.
24 Livre d'Hénoch, chap. i-ii.
25 Isaías
11,1.
26 Editions Niclaus, París, p. 63-64.
ALBANASHAR AL-WALI